Antes del amanecer
Relato publicado en la
antología de varios autores (Per)Versiones: Monstruos de la Literatura
(2012, Sedice). Basado en Las Mil y Una Noches (de
Abu abd-Allah Muhammed el-Gahshigar).
Si he de comprender tus palabras, ¿será preciso extender por muchas
noches la estratagema que tan hábilmente empleaste ha poco? preguntó el sultán en
el borde de la incredulidad ¿Con historias contendrás el ansia asesina de monstruo
tan cruel?
Así es, mi señor.
¿Sabes acaso por cuantas noches hemos de prolongar esta espera?
Sí, mi señor. Mil y una noches serán precisas para eliminar a la
criatura, salvar a mi hermana y con ella, a todo vuestro pueblo.
Scharhriar la contempló de nuevo atónito. ¡Mil y una noches!
¿Acaso puede un sabio contener en su memoria tantas historias
necesarias para prolongar la curiosidad de esta insaciable criatura por mil y una noches,
querida mía? preguntó con voz desmayada ¡Siento que fracasaremos en nuestra
empresa!
Scherezada sonrió entonces con su encanto extraordinario y posó su mano
delicada sobre el brazo de su esposo.
No os atribuléis, mi gran señor le dijo con firmeza. No
sólo poseo suficientes historias para prolongar su atención por mil y una noches, sino
que también son ellas tan extraordinarias que vos mismo olvidaréis pronto por qué lo
hago y con qué fin, y os preguntaréis en qué momento habremos llegado tan lejos.
Era su voz tan hipnótica, y su mirada tan intensa, que el sultán no temió
más, y dejó sus inquietudes en un segundo plano. Acariciando con deleite el rostro
hermoso de aquella maravillosa criatura, se puso de pie con inusitada energía y pronto
salió del aposento, dispuesto a ocuparse de sus restantes asuntos de Estado, tan
abandonados por el flagelo.
Cuando el gran visir, con el rostro demacrado por las horas ingratas de una
noche sin dormir, contempló a su señor dirigir sus asuntos sin sombra de una nueva
ejecución, supo que el misterioso plan de Scherezada habría dado sus frutos y que de
aquel momento en adelante, podría volver a sucumbir al sueño reparador.
Así habrían de transcurrir mil y una noches, apacibles en el palacio,
pacíficas a su vez en la ciudad. De esta forma, pues, la paz volvió a reinar sobre la
gloriosa ciudad de Samarcanda y se detuvieron las muertes de tantas doncellas
infortunadas.
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